Monday, March 26, 2007

Descabellada iniciativa racista

EDITORIAL
Descabellada iniciativa racista

La privación a las personas de color de su derecho de permanecer en determinados lugares públicos, una de las disposiciones más despreciables de la segregación racial, abolida plenamente en Estados Unidos en 1964, toca otra vez a las puertas de aquella nación, con la propuesta de un tal Jack Eddington, legislador del condado de Suffolk, en la zona este de Long Island, de prohibir a los jornaleros reunirse cerca de carreteras y calles en espera de trabajo.

Los latinoamericanos residentes en EE.UU., entre ellos unos 1.5 millones de guatemaltecos, sufren en estos tiempos la afrenta a su dignidad de ver conculcados sus derechos, como antes lo vivieron los afronorteamericanos.

Como van la restricciones estatales en contra de ellos, no es remoto que en breve tiempo estén rodeados de las mismas privaciones propias de la política de segregación vigentes durante tres siglos y medio o de las prácticas del apartheid sudafricano abolidas en 1972.

Es conocido el afán de muchos políticos estadounidenses, en particular del ala más conservadora del Partido Republicano, de restringir las posibilidades de supervivencia de los latinoamericanos, hasta orillarlos al hambre, a la inanición y a la desesperación, y por medio de esa táctica salvaje e inhumana obligarlos a retornar a sus países de origen.

En varios estados se han aprobado leyes para negar a los latinoamericanos con documentos irregulares acceso a la educación, a servicios públicos tan indispensables como los del ámbito de la salud y, por supuesto, al trabajo, por medio de amenazas de fuertes sanciones en contra de sus empleadores.

Pero la “ley contra el merodeo”, de Eddington, supera con creces aquellas actitudes fascistas. De aprobarse, haría retroceder a estadios ominosos en materia de derechos civiles a un país que tampoco se distingue en el concierto universal por el respeto de la dignidad humana.

Lo peor de todo es que esa medida corre el riesgo de progresar, por los antecedentes de aquel condado, en donde hace un año se promulgó una norma que obliga a las empresas con contratos con el Gobierno a verificar el estatus migratorio de sus empleados.

De convertirse en ley, EE.UU., un país nacido de migrantes, entraría de lleno en un estado de barbarie, pues tras la prohibición a los hispanos de permanecer en carreteras en donde se consideren estorbos para la vialidad y el ornato, podría venir, también, la restricción a respirar el aire o comer los alimentos que se consideren vitales para los estadounidenses, y llegar hasta el extremo de confinar a los hispanos en guetos, como seres indeseables, a la peor usanza de Adolfo Hitler.

La libertad de locomoción es un derecho inalienable consagrado en las constituciones de las naciones democráticas, y por eso el triunfalismo de la ley de Eddington no debería pasar más allá del oscuro entorno en donde sea aprobado por mentes al servicio de la maldad. La adecuada argumentación en las cortes estadounidenses no contaminadas por esta renovada ola de segregación debería llevar a su inmediato rechazo, por constituir una ofensa contra la humanidad.

http://www.prensalibre.com/pl/2007/marzo/26/166762.html

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